Ps. Juan Carlos Carvajal G
Vice presidente RILO
Uno de los aportes más importantes de la logoterapia de Víctor Frankl,
es el haber consolidado una visión del hombre que tuviera aplicación al
análisis de su realidad, respetando su integralidad y su individualidad.
Cuando Frankl habla de su “ontología
dimensional” (un término complicado para describir la noción de que el
hombre es un sólo ser pero que tiene varias naturalezas diferentes), lo que en
el fondo propone es una base antropológica (propia del hombre) para analizar
los diferentes elementos y momentos de su existencia.
Esta ontología dimensional
consiste en que el hombre tiene una dimensión espiritual de base, una dimensión
psicológica – social y una dimensión física, todas ellas entrelazadas para
constituir un solo ser, el ser humano.
La dimensión física hace referencia a las condiciones del cuerpo, el aparato nervioso,
la fisiología, su entorno físico, sus necesidades fisiológicas (Similares a las
que planteaba Maslow), entre otras cosas, es decir todo aquello que vemos como tangible
relacionado con el individuo en su entorno personal.
La dimensión Psicológica – Social (en la visión de Frankl, hacen parte
de lo mismo), hace referencia a los principios e historia de aprendizaje, las
relaciones interpersonales, las estructuras del pensamiento y la emoción del
hombre, así como la cultura de la que participa, su condición socio – económica
y demás elementos derivados de lo social.
La dimensión espiritual (o existencial), está compuesta por la pura posibilidad de realización es
decir, la serie de capacidades y posibilidades humanas que lo diferencian de
los demás seres de la naturaleza, son las que le permiten existir (entendido
como ser consciente de sí, ser capaz de desarrollarse en la dirección que elige
más allá de sus instintos) y que le capacitan para enfrentar y superar
cualquier dificultad o limitación en cualquiera de las otras dimensiones.
Para entender las realidades del hombre, es importante analizarlas
siempre utilizando esta perspectiva, es decir, analizar como estas realidades
tiene un impacto en la dimensión física del hombre, como impactan su dimensión
Psicológico – social y como impactan o
apuntan a su dimensión espiritual. Todo movimiento de la realidad del hombre
está y estará siempre dirigido por esta perspectiva, si queremos llevar
adelante una propuesta verdaderamente basada en la logoterapia.
Esto no quiere ni mucho menos decir que esta perspectiva sea la única
válida, ni que sea la correcta es una
opinión que busca capitalizar la propuesta de la antropología de Frankl, dando
con ello una visión integral y holística de los fenómenos humanos en cambio de
una reducción a una sola de las variables que lo constituyen.
Desde el punto de vista de la educación, para poder consolidar una visión
ontológica Frankleana como modelo educativo, deberíamos tener en cuenta, por
ejemplo, la forma en que los contenidos y las metodologías educativas interactúan
con el medio físico en el que los alumnos se desarrollan, es decir, reconocer
la importancia de lo neurológico, lo alimentario, los medios de enseñanza, el
ambiente físico de las aulas, el desarrollo físico y fisiológico de los
alumnos, al tiempo que se consideran sus necesidades y capacidades cognitivas,
su contexto social y las necesidades que el sistema educativo ayuda a resolver
en su medio, su situación de desarrollo psicológico y el manejo apropiado de
sus emociones; además, es clave fortalecer el desarrollo de los valores, no
como un discurso moral sino como auténticas guías para la toma de decisiones,
el desarrollo de la libertad entendida como posibilidad de pensamiento autónomo
y claro, la responsabilidad como capacidad de respuesta y así.
Lo mismo podríamos decir de cualquier otro fenómeno, tal como la organización
comunitaria, la intervención en contextos jurídicos, la intervención a nivel clínico
o, por supuesto, la visión del hombre en las organizaciones y el trabajo.
Ésta última aplicación será tema de un próximo artículo en el cual
discutiremos las implicaciones de entender la empresa como una vía de sentido o
como la posibilidad de construcción del hombre encontrando sentido a su
trabajo.